Uno tiene un fetiche con ciertas palabras. Algunas no las puedo ni pronunciar, otras me da especial bronca que las bastardeen. Hay otras ya de tanto que las bastardearon, no me gusta usarlas porque ni se sabe ya qué significan. Si uno dice "caos", dice "crispación" (ojo, no KrisPasión) o "me cago en el puto castellano" se le viene a la mente TN y Clarín. Es inevitable. Hay palabras que, de esa manera, quedan asociadas a TAL interlocutor. O, para ser extremos, un nazi diciendo "Haga patria, mate un judío", probablemente no hable de la misma patria de la que habla el himno argentino. Y también es muy plausible que esta última patria tampoco sea la misma cuyo agravio tanto insomnio le causa a Marcos Aguinis. Sólo por dar algunos ejemplos.
Así, vemos que no es lo mismo un término a lo largo del tiempo, ni tampoco el mismo término en un momento pronunciado por distintas personas. Pero hay uno, hay un término en particular, que siempre me llamó la atención. Claro, como no podía ser de otra manera, tiene que ver con esa obsesión, o como prefiere más prudente José Pablo, esa persistencia de la política argentina. Es la palabra "gorila".
El término "gorila" nace de un programa de radio, "La revista dislocada", en la época del segundo peronismo. El programa era una sátira de la obra de teatro "Mogumbo" (o traducido, "Marabunta"), en la que un científico borracho iba en busca de un cementerio de gorilas en el medio de la selva. Y a cada ruido amenazante, repetía "Deben ser los gorilas, deben ser!".
Inclusive hay versiones que afirman que el término es adoptado por los mismos antiperonistas de la época en 1955, que necesitaban un cifrado para sus comunicaciones golpistas.
Como sea, y saliendo de la anécdota, lo importante es que de un tiempo a esta parte (!!!!!!!!!!!!!) el término fue mutando de significado. O, alternativamente (duplica), otra lectura podría decir que su significado se parió confuso. ¿Qué es un gorila?
Al fin y al cabo, el quid de la cuestión es ese. Qué significa ser gorila. Después de un par de idas y vueltas, Feinmann El Bueno comparte en su libro (gráficamente op. cit.) una definición de "gorila" que no le pertenece, y que él considera la más justa. La propuso Horacio González, actual titular de la Biblioteca Nacional, y es "gorila es el que piensa a partir de un prejuicio". Curiosamente, a mí me pareció también bastante acertada, útil, sintética. (Aclaración: aplicar la definición al caso, por supuesto, es decir: a todo lo tangente al análisis del peronismo. Quien simplemente crea que una rubia por ser rubia es tarada no necesariamente le cabrá el adjetivo. Se entiende?)
¿Y por qué digo curiosamente? Porque, volviendo al principio, "gorila" es de esas palabras que hoy en día me produce mucho odio escuchar en ciertos casos. Si uno recibiera las llaves del DeLorean directamente de las manos del Doc, junto con el carro en perfecto estado y una buena dosis de uranio libio enriquecido; y pudiera así viajar a 1950 y preguntarle a Evita qué era para ella un gorila, me animo a decir que la respuesta probablemente tuviera que ver con alguien que odiara a sus grasitas, a los cabecitas negras. En definitiva, alguien que se opusiera a la justicia social del peronismo, a su política social. A incluir al escalafón más bajo de la sociedad, a los trabajadores, a darles derechos y llegar a repartirles el 50% de la torta (PBI). Acá se ve claro la correspondencia con la definición de H. González: el "aluvión zoológico", la "Casa Tomada", el odio por ser de otra clase y ahora ser considerados. De este prejuicio se habla.
Ahora bien, yo no pretendo precisión semántica en cantitos militantes. Pero para ser sincero, tomando el más actual, "Che gorila, si la tocan a Cristina, qué kilombo se va a armar", ese cantito claramente no se circunscribe a la definición de 1950 de "gorila"; sino, mucho más probablemente, a todo aquel que "toque a Cristina". Para ser claros, el término hoy en día se usa mucho más laxamente para cualquiera que se oponga al gobierno de hoy, al de Cristina Fernández de Kirchner. No se nota mucha correspondencia con la definición de Horacio González, ¿no?
Decía, para ser sincero, siempre me hizo ruido, tanto en la esfera política como en otras, el significado de lo que un grupo de gente está cantando. Pero si de última quedara simplemente en el canto y luego hablando, digamos... "civilizadamente", cada persona pudiera discernir sanamente quién es un gorila de quien no lo es, no sería tanto problema. El asunto es que eso no pasa.
Se escucha a militantes, funcionarios e intelectuales acusar muy ligeramente de gorilas a quien pida de rodillas sincerar el INDEC, al que pida políticas de DDHH integrales sumadas a los ya llevados a cabo juicios a milicos (los cuales están muy bien), al que pida UN POCO menos de cinismo por parte del Estado, al que pida desmantelar las estructuras mafiosas aliadas al gobierno como la sindical, o la de la policía bonaerense, por nombrar sólo dos que se me vienen a al mente, y un largo etcétera ad-hoc.
Para cerrar e ir un poco más allá del horizonte del post, me parece que le vendría muy... MUY bien a la sociedad dejar atrás estos antagonismos estúpidos, que no llevan a nada y sólo aportan confusión a la discusión. No parece estar esto en mente del Gobierno Nacional ni su aparato de legitimación ideológica. Pero, vamos muchachos, let´s face it, peronismo-antiperonismo es una dicotomía que ya le queda grande a nuestra sociedad, una dicotomía que ya no es tal. Ni todos los discursivamente (no sólo partidariamente) opositores de hoy en día son (pro)golpistas como probablemente sí lo era la gran mayoría en 1955, ni el gobierno de hoy en día te empuja TANTO (ojo, dije tanto) a ser opositor como en aquella época.
Se tiene que cerrar la etapa del peronismo en la argentina como tal, borrar del mapa al PJ y formar nuevos partidos. ¿Por qué no un partido kirchnerista, si así lo quisiese la presidenta? (no me vengan con que "estrictamente, va por el FPV").
Ahora sí, concluyendo, creo que lo más sensato e inteligente sería abandonar estas categorías facilistas y acusadoras que no dicen nada, si realmente queremos enriquecer con el debate. Después de todo, no olvidemos lo importante del rol de las palabras y sus significados en torno a "lo político". Muchas gracias y hasta la próxima.
miércoles, 16 de marzo de 2011
sábado, 8 de enero de 2011
Los Contadores
Quienes están medianamente al tanto de mi vida, saben que laburo en un estudio contable hace más de un año. Quienes están un poco más al tanto todavía, saben que tengo las bolas bastante llenas y que quiero encontrar otro laburo mejor para irme a la mierda.
También sabrá el público (!) que ingresé a la vida universitaria por el -mejor no adjetivar- camino de la Contaduría. Y que de hecho eso me valió prácticamente la pérdida de un cuatrimestre, al pasarme a Economía hace poco menos de un año, cambio con el cual he quedado tan conforme que ni siquiera sé cómo me había confundido tan fulero sobre mí mismo en un principio.
Esta introducción superyó-céntrica era para presentar fenómenos que se han dado a lo largo de este último casi año y medio de mi vida, para luego pasar a afirmar que el otro fenómeno, que describiremos a continuación y que los ha ido acompañando paralelamente es en su mayor parte causa de los primeros: mi percepción de los contadores.
Empecemos por aclarar que el post se trata de una generalización seguramente injusta y que tiene raíz en MI PROPIO jefe, que como bien dice el amigo anarcomunista, naturalmente le romperá las pelotas a sus empleados. Es su función.
Ahora sí: el asunto viene porque vengo desarrollando un odio naciente cada vez más desde adentro hacia los contadores, por la propia esencia de su práctica profesional. Posteé hace poco una frase que probablemente haya pasado desapercibida pero que para mí resume buena parte de lo que tengo en la cabeza hoy en día: llamar a clarín prensa independiente es tan gracioso como llamar a los contadores profesionales independientes. Para ser justos, cada tanto los contadores admiten que su función es proteger los intereses de su cliente (no así Clarín), como es sabido.
Mi problema no es ese, eso está perfecto. Son laburos. Pero la frase me permite expresar un odio profundo por las verdaderas causas del mismo. Lo que me perturba son básicamente dos cosas: el caretaje y la teeneización de la profesión. Pero si quieren démosle el beneficio de la duda al primero, que quizá dentro de 5 años me termino convenciendo de que es así en todos los laburos (no por eso me va a dejar de molestar ahora, es claro). Pasamos así al MEOLLO de la cuestión.
La "teeneización de la profesión" es, como lo marca el nombre y a modo de síntesis, la constante queja por políticas de gobierno/burocracia/lo-que-mierda-fuere-proveniente-del-ámbito-estatal que "entorpecen" la práctica profesional. Un contador se queja porque la AFIP le releva empleados a un cliente suyo que los tenía la mitad de la jornada en negro. ¿QUÉ HAY MÁS HIJO DE PUTA QUE ESO? Se queja porque le enganchan un departamento no declarado a un cliente que VOMITA PLATA y tiene que pagar $10.000 de multa, de una semana para la otra. Claro, "lo único que quieren estos tipos es recaudar".
Un contador se queja porque la nueva DDJJ de Monotributo sirve para ver si no se están vendiendo facturas para deducir del Impuesto a las Ganancias (ilegal, aclaro). "Estos tipos están avasallándonos". Se queja porque "el cliente no colabora, el Estado te exige, te exige, te exige, y nosotros......................... en el medio". Aaaaaahí está su preferida: la victimización. "Unos tienen una desorganización digna de Tanzania y el otro te exige como si estuvieras en Suiza". Siempre, el contador va a estar siempre en el medio.
Un contador lee La Nación. Un contador soslaya los 7 años seguidos de crecimiento que lo tapan de laburo y se centra en la inflación (discusión a parte), que le come los honorarios como a todo el mundo.
¿Se nota la esencia inevitablemente neoliberal de esto? A un contador no le conviene más Estado, le conviene siempre menos. El Estado entorpece su función. Quiere seguridad jurídica (obvio, como todos). Y para eso pide fortalecimiento de las instituciones. Ah, pero claro, que mientras se fortalecen no nos hinchen las pelotas, che! ¿Qué mierda es el fortalecimiento de las instituciones? Que me conteste un contador, por favor. ¿Con qué se paga ese fortalecimiento, con porotos? ¿Para qué sirve, para disminuir la elusión y la evasión (por ejemplo), o para alivianar las obligaciones de las empresas? Hay un doble discurso medio raro ahí.
Aclaro de nuevo, finalmente, que mi problema es con la práctica profesional de algunos contadores. No son todos, ni tampoco tengo nada contra la disciplina, tan necesaria. Lo que me taladra la cabeza es tener que escuchar 9 horas por día "qué tiene de Simplificado el Monotributo?" ¿Qué pretendías, que te dejaran evadir como se te cantara el orto?
El Estado es Nación. Al Estado hay que, primero mejorarlo, pero también agrandarlo. Que crezcan las empresas da plata (a sus dueños) y en el mejor de los casos, también trabajo. Pero que crezca el Estado (de nuevo, y se mejore) es un paso necesario para agrandar el país. Y mientras la presión estatal no sea contraproducente, esto es, que genere a las empresas "más perdidas" que "los beneficios" dados por el crecimiento, algo que NADIE PUEDE AFIRMAR QUE ESTÉ PASANDO HOY EN DÍA, simplemente abogar porque "el Estado no nos rompa las pelotas" es de hijo de puta, neoliberal... o de contador.
También sabrá el público (!) que ingresé a la vida universitaria por el -mejor no adjetivar- camino de la Contaduría. Y que de hecho eso me valió prácticamente la pérdida de un cuatrimestre, al pasarme a Economía hace poco menos de un año, cambio con el cual he quedado tan conforme que ni siquiera sé cómo me había confundido tan fulero sobre mí mismo en un principio.
Esta introducción superyó-céntrica era para presentar fenómenos que se han dado a lo largo de este último casi año y medio de mi vida, para luego pasar a afirmar que el otro fenómeno, que describiremos a continuación y que los ha ido acompañando paralelamente es en su mayor parte causa de los primeros: mi percepción de los contadores.
Empecemos por aclarar que el post se trata de una generalización seguramente injusta y que tiene raíz en MI PROPIO jefe, que como bien dice el amigo anarcomunista, naturalmente le romperá las pelotas a sus empleados. Es su función.
Ahora sí: el asunto viene porque vengo desarrollando un odio naciente cada vez más desde adentro hacia los contadores, por la propia esencia de su práctica profesional. Posteé hace poco una frase que probablemente haya pasado desapercibida pero que para mí resume buena parte de lo que tengo en la cabeza hoy en día: llamar a clarín prensa independiente es tan gracioso como llamar a los contadores profesionales independientes. Para ser justos, cada tanto los contadores admiten que su función es proteger los intereses de su cliente (no así Clarín), como es sabido.
Mi problema no es ese, eso está perfecto. Son laburos. Pero la frase me permite expresar un odio profundo por las verdaderas causas del mismo. Lo que me perturba son básicamente dos cosas: el caretaje y la teeneización de la profesión. Pero si quieren démosle el beneficio de la duda al primero, que quizá dentro de 5 años me termino convenciendo de que es así en todos los laburos (no por eso me va a dejar de molestar ahora, es claro). Pasamos así al MEOLLO de la cuestión.
La "teeneización de la profesión" es, como lo marca el nombre y a modo de síntesis, la constante queja por políticas de gobierno/burocracia/lo-que-mierda-fuere-proveniente-del-ámbito-estatal que "entorpecen" la práctica profesional. Un contador se queja porque la AFIP le releva empleados a un cliente suyo que los tenía la mitad de la jornada en negro. ¿QUÉ HAY MÁS HIJO DE PUTA QUE ESO? Se queja porque le enganchan un departamento no declarado a un cliente que VOMITA PLATA y tiene que pagar $10.000 de multa, de una semana para la otra. Claro, "lo único que quieren estos tipos es recaudar".
Un contador se queja porque la nueva DDJJ de Monotributo sirve para ver si no se están vendiendo facturas para deducir del Impuesto a las Ganancias (ilegal, aclaro). "Estos tipos están avasallándonos". Se queja porque "el cliente no colabora, el Estado te exige, te exige, te exige, y nosotros......................... en el medio". Aaaaaahí está su preferida: la victimización. "Unos tienen una desorganización digna de Tanzania y el otro te exige como si estuvieras en Suiza". Siempre, el contador va a estar siempre en el medio.
Un contador lee La Nación. Un contador soslaya los 7 años seguidos de crecimiento que lo tapan de laburo y se centra en la inflación (discusión a parte), que le come los honorarios como a todo el mundo.
¿Se nota la esencia inevitablemente neoliberal de esto? A un contador no le conviene más Estado, le conviene siempre menos. El Estado entorpece su función. Quiere seguridad jurídica (obvio, como todos). Y para eso pide fortalecimiento de las instituciones. Ah, pero claro, que mientras se fortalecen no nos hinchen las pelotas, che! ¿Qué mierda es el fortalecimiento de las instituciones? Que me conteste un contador, por favor. ¿Con qué se paga ese fortalecimiento, con porotos? ¿Para qué sirve, para disminuir la elusión y la evasión (por ejemplo), o para alivianar las obligaciones de las empresas? Hay un doble discurso medio raro ahí.
Aclaro de nuevo, finalmente, que mi problema es con la práctica profesional de algunos contadores. No son todos, ni tampoco tengo nada contra la disciplina, tan necesaria. Lo que me taladra la cabeza es tener que escuchar 9 horas por día "qué tiene de Simplificado el Monotributo?" ¿Qué pretendías, que te dejaran evadir como se te cantara el orto?
El Estado es Nación. Al Estado hay que, primero mejorarlo, pero también agrandarlo. Que crezcan las empresas da plata (a sus dueños) y en el mejor de los casos, también trabajo. Pero que crezca el Estado (de nuevo, y se mejore) es un paso necesario para agrandar el país. Y mientras la presión estatal no sea contraproducente, esto es, que genere a las empresas "más perdidas" que "los beneficios" dados por el crecimiento, algo que NADIE PUEDE AFIRMAR QUE ESTÉ PASANDO HOY EN DÍA, simplemente abogar porque "el Estado no nos rompa las pelotas" es de hijo de puta, neoliberal... o de contador.
sábado, 6 de noviembre de 2010
El Stop and Go y la Inflación
Una nueva edición de este pasquín irregular nos trae hoy nuevamente un tema ya tratado un poco en otros posts: acá y acá. Sin embargo, hoy se lo aborda en una de sus consecuencias más importantes, probablemente la que lo convierta en un tema tan central de la economía en América Latina en general, y en Argentina en particular. Sí, señores: El Stop and Go y la Inflación.
¿Qué es y por qué es tan importante entender el Stop and Go?
Empecemos por repetir brevemente qué es este fenómeno. Básicamente, se trata de una insuficiencia de divisas que le provoca a un país una crisis en su balanza de pagos. No se tienen suficientes dólares para hacer frente a todos los pagos en moneda extranjera que se tengan que hacer. Entonces uno se ve obligado a devaluar, para que la moneda propia valga menos, o sea la cantidad de dólares que tenemos valga más... ergo: uno pueda pagar lo que tenía que pagar.
En nuestra historia estuvimos marcados por este tipo de crisis desde la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI, que arrancó más o menos en los ´30), hasta los inicios de la última dictadura. Pero hay un período que es muy curioso: el de Frondizi, ´58-´62.
Haciendo un poco de historia, Frondizi promovió muchísimo la industria automovilística y la extracción de petróleo. Esas fueron las dos actividades económicas por excelencia. La idea era que nos ahorráramos mucha mucha plata en divisas (VEINTE % del total de las importaciones) que compraban petróleo, firmando ahora contratos con la Standard Oil y demás cerdos capitalistas (y "Petróleo y Política" dónde lo metemos, Arturo?) para obtener el oro negro de nuestro propio suelo. Con esos dólares íbamos a financiar los bienes de capital e intermedios (insumos) para el desarrollo de la industria de automóviles.
Los contratos petroleros fueron en realidad un exitazo, más allá de la oposición política lógica, que el mismo Frondizi seguro habría llevado a cabo de ser otro el que estuviera en el gobierno. ¿El tema cuál era? Que nunca se podía financiar con la cantidad de dólares que teníamos una industria tan intensivamente importadora como la automovilística. En economía, eso se llama una industria de elasticidad de importación-producto mayor a 1 [para el que le interese (?)]. Esto es, cuanto más se desarrollaba la industria, más necesitaba importar. O que las importaciones crecían más que proporcionalmente que el producto. ¿Se nota la esencia cíclica "stop and go" de este fenómeno, de chocarse contra la pared cuanto más creciéramos?
Acá viene la semilla de todo el kilombo entero. La palabrita cursiva es justamente la clave. Lo que se necesitaba era política anticíclica, que desde el mismo inicio de la economía equivale a decir: inversión.
¿Inversión en qué? Bueno, esto era lo importante. Como sabemos, hoy en día muy buena parte del crecimiento económico del país en los últimos 7 años fue palanqueado por el agro y los buenos términos de intercambio que se le presentaron. Para seguir con la historia de Arturito, en aquellas épocas no tenían tanta suerte. La única entrada de divisas importantes al país eran las exportaciones de bienes agrícolas. Pero justamente el desarrollismo (Frondizi) como corriente se caracterizaba por una visión bastante pesimista (y en aquel entonces fundada) acerca de las posibilidades internacionales que se le pudieran presentar a un país en tanto proyecto de crecimiento. Entonces, ¿por qué cazzo no promovían a su vez inversión en el agro para que creara cada vez más divisas (como, mal que mal, intentó Perón desde el INTA)? O, si no tenían fe ni siquiera en que la productividad pudiera saltear el problema de los términos de intercambio, ¿por qué no generaban alguna otra fuente de divisas? Y como sinceramente no se me ocurre alguna otra, la pregunta de fondo en definitiva es cómo mierda pensaban sostener un proyecto así, cómo tipos de baleros tan grande lo creían viable. Esa es una duda existencial acerca del desarrollismo en Argentina que todavía no pude evacuar.
Si se quiere, a modo anecdótico y después de todo lo dicho, parece que Pinedo 20 años antes no había estado tan errado. Federico proponía distinguir industrias "naturales" y "artificiales". Las primeras eran aquellas cuya materia prima tuviéramos en el país. Por ejemplo, zapatos, con cuero nacional. Él sabía que las artificiales eran inevitables, pero quería promover las naturales. Lástima que no muchos lo escucharon en su momento; y bastante loco que ese tipo de promoción de industrias le daba solución a un problema que todavía no existía cuando Pinedo lo propuso, como este tipo de crisis de balanza de pagos.
Llegamos así a la cuestión que abordó Olivera en sus conferencias en el ´61 ("Inflación y estructura económica") y en el ´65 ("Monetarismo vs. Estructuralismo") y que trató también Diamand en el ´72, en el op. cit. (!!!) "Estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de cambio".
Olivera explica muy claro cómo el tipo de inflación que se genera por la estructura productiva de un país no es remediable con las recetas clásicas de restricción monetaria. Vamos por partes.
Hay dos corrientes que tienen explicaciones antagónicas acerca de la inflación. Resumidamente, la monetarista dice que la inflación se da porque un país crece más rápido de lo que "su economía" le permite. Una explicación monetarista diría que hoy en Argentina hay inflación porque crecemos al 10%, por arriba de lo que se llama "la tendencia", o sea lo permitido por nuestra economía sin que la cantidad de plata en circulación para satisfacer todas las transacciones de la economía genere inflación. La solución sería lo que se dice "enfriar la economía", o como dice Frenkel, "controlar la demanda", disminuyendo el ritmo (la tasa) de crecimiento.
La visión estructuralista dice que el consumo de bienes primarios (asimilable a "el crecimiento de la población") crece más rápido que la producción de esos bienes (ThomasMalthus.com). Esa es una causa de un aumento de precios de bienes agrícolas. Otra puede ser una devaluación, de las tantas que hemos tenido. Aumenta el precio de bienes primarios en el exterior, por lo tanto también aumenta por arrastre dentro del país. Entonces... como aumenta esa "canasta familiar" por alguna de esas dos razones (o las dos), aumenta el costo de vida. Al aumentar el costo de vida los empleados piden aumentos de sueldos. Ahora las empresas (mayormente industriales o servicios) tienen en general más costos porque tienen que pagarle más a los trabajadores, así que aumentan los precios de sus productos. Pero al aumentar los precios de estos productos industriales, los precios RELATIVOS de los productos agrícolas vuelven a bajar. O sea, vuelven a estar baratos con respecto a los productos industriales, entonces si no se quiere que eso provoque una caída en el volumen de esta producción exportable, hay que restablecer los antiguos precios relativos. Esto quiere decir que vueeeelven a aumentar productos agrícolas, y así recomienza el ciclo.
En definitiva, para esta segunda corriente, como se ve, todo el problema viene porque no se pueden ajustar los precios relativos, en constante desequilibrio. Hay "cuellos de botella" de la producción agrícola, o "estrangulamientos", similares (o análogos) a los de la balanza de pagos en el Stop and Go. En otras palabras, todo se solucionaría con cada vez más producción de bienes primarios, sólo alcanzable con inversión en el agro. Voilá, siempre se vuelve al primer amor.
Para ir cerrando, podemos comentar que Olivera concluye en realidad que en Argentina se dieron conjuntamente los dos tipos de inflación, pero que cuando se entraba en recesión, donde no debería haber inflación monetaria, no la había; pero sí seguían latentes las causas de la inflación estructuralista, por lo cual se tenía recesión con inflación. Esto es en realidad bastante lógico, considerando que las dos teorías coinciden en los hechos que generan inflación y se contraponen sólo en términos del sentido de la relación causal: que la inflación provoca la estructura productiva desequilibrada (monetarismo) o viceversa (estructuralismo). ¿Vieron que yo no desperdicio negritas? (see above). Son visiones antagónicas, pero no excluyentes.
Por último, las trigger questions: hoy en día en Argentina, ¿qué carajo está pasando? ¿Y qué va a pasar? La inflación que hay, además de precios y salarios, ¿es por estructura productiva? ¿Por crecer por encima de la tendencia? Y más interesante todavía, ¿la asistencia social junto con los pocos ingresos genuinos del quintal (20%) más bajo de la población llega a contrarrestar la inflación acumulada desde, pongámosle, 2003? En otras palabras, es saber si las clases más bajas son hoy más pobres o más ricas en términos reales que en 2003. Bah, o en una de esas, la inflación a ellos ni les afecta, comparándolos con las clases más altas. Si Boudou lo dice...
Hasta acá llegamos hoy. Largo y tendido, así que muchas gracias por leer. Será hasta la próxima.
¿Qué es y por qué es tan importante entender el Stop and Go?
Empecemos por repetir brevemente qué es este fenómeno. Básicamente, se trata de una insuficiencia de divisas que le provoca a un país una crisis en su balanza de pagos. No se tienen suficientes dólares para hacer frente a todos los pagos en moneda extranjera que se tengan que hacer. Entonces uno se ve obligado a devaluar, para que la moneda propia valga menos, o sea la cantidad de dólares que tenemos valga más... ergo: uno pueda pagar lo que tenía que pagar.
En nuestra historia estuvimos marcados por este tipo de crisis desde la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI, que arrancó más o menos en los ´30), hasta los inicios de la última dictadura. Pero hay un período que es muy curioso: el de Frondizi, ´58-´62.
Haciendo un poco de historia, Frondizi promovió muchísimo la industria automovilística y la extracción de petróleo. Esas fueron las dos actividades económicas por excelencia. La idea era que nos ahorráramos mucha mucha plata en divisas (VEINTE % del total de las importaciones) que compraban petróleo, firmando ahora contratos con la Standard Oil y demás cerdos capitalistas (y "Petróleo y Política" dónde lo metemos, Arturo?) para obtener el oro negro de nuestro propio suelo. Con esos dólares íbamos a financiar los bienes de capital e intermedios (insumos) para el desarrollo de la industria de automóviles.
Los contratos petroleros fueron en realidad un exitazo, más allá de la oposición política lógica, que el mismo Frondizi seguro habría llevado a cabo de ser otro el que estuviera en el gobierno. ¿El tema cuál era? Que nunca se podía financiar con la cantidad de dólares que teníamos una industria tan intensivamente importadora como la automovilística. En economía, eso se llama una industria de elasticidad de importación-producto mayor a 1 [para el que le interese (?)]. Esto es, cuanto más se desarrollaba la industria, más necesitaba importar. O que las importaciones crecían más que proporcionalmente que el producto. ¿Se nota la esencia cíclica "stop and go" de este fenómeno, de chocarse contra la pared cuanto más creciéramos?
Acá viene la semilla de todo el kilombo entero. La palabrita cursiva es justamente la clave. Lo que se necesitaba era política anticíclica, que desde el mismo inicio de la economía equivale a decir: inversión.
¿Inversión en qué? Bueno, esto era lo importante. Como sabemos, hoy en día muy buena parte del crecimiento económico del país en los últimos 7 años fue palanqueado por el agro y los buenos términos de intercambio que se le presentaron. Para seguir con la historia de Arturito, en aquellas épocas no tenían tanta suerte. La única entrada de divisas importantes al país eran las exportaciones de bienes agrícolas. Pero justamente el desarrollismo (Frondizi) como corriente se caracterizaba por una visión bastante pesimista (y en aquel entonces fundada) acerca de las posibilidades internacionales que se le pudieran presentar a un país en tanto proyecto de crecimiento. Entonces, ¿por qué cazzo no promovían a su vez inversión en el agro para que creara cada vez más divisas (como, mal que mal, intentó Perón desde el INTA)? O, si no tenían fe ni siquiera en que la productividad pudiera saltear el problema de los términos de intercambio, ¿por qué no generaban alguna otra fuente de divisas? Y como sinceramente no se me ocurre alguna otra, la pregunta de fondo en definitiva es cómo mierda pensaban sostener un proyecto así, cómo tipos de baleros tan grande lo creían viable. Esa es una duda existencial acerca del desarrollismo en Argentina que todavía no pude evacuar.
Si se quiere, a modo anecdótico y después de todo lo dicho, parece que Pinedo 20 años antes no había estado tan errado. Federico proponía distinguir industrias "naturales" y "artificiales". Las primeras eran aquellas cuya materia prima tuviéramos en el país. Por ejemplo, zapatos, con cuero nacional. Él sabía que las artificiales eran inevitables, pero quería promover las naturales. Lástima que no muchos lo escucharon en su momento; y bastante loco que ese tipo de promoción de industrias le daba solución a un problema que todavía no existía cuando Pinedo lo propuso, como este tipo de crisis de balanza de pagos.
Llegamos así a la cuestión que abordó Olivera en sus conferencias en el ´61 ("Inflación y estructura económica") y en el ´65 ("Monetarismo vs. Estructuralismo") y que trató también Diamand en el ´72, en el op. cit. (!!!) "Estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de cambio".
Olivera explica muy claro cómo el tipo de inflación que se genera por la estructura productiva de un país no es remediable con las recetas clásicas de restricción monetaria. Vamos por partes.
Hay dos corrientes que tienen explicaciones antagónicas acerca de la inflación. Resumidamente, la monetarista dice que la inflación se da porque un país crece más rápido de lo que "su economía" le permite. Una explicación monetarista diría que hoy en Argentina hay inflación porque crecemos al 10%, por arriba de lo que se llama "la tendencia", o sea lo permitido por nuestra economía sin que la cantidad de plata en circulación para satisfacer todas las transacciones de la economía genere inflación. La solución sería lo que se dice "enfriar la economía", o como dice Frenkel, "controlar la demanda", disminuyendo el ritmo (la tasa) de crecimiento.
La visión estructuralista dice que el consumo de bienes primarios (asimilable a "el crecimiento de la población") crece más rápido que la producción de esos bienes (ThomasMalthus.com). Esa es una causa de un aumento de precios de bienes agrícolas. Otra puede ser una devaluación, de las tantas que hemos tenido. Aumenta el precio de bienes primarios en el exterior, por lo tanto también aumenta por arrastre dentro del país. Entonces... como aumenta esa "canasta familiar" por alguna de esas dos razones (o las dos), aumenta el costo de vida. Al aumentar el costo de vida los empleados piden aumentos de sueldos. Ahora las empresas (mayormente industriales o servicios) tienen en general más costos porque tienen que pagarle más a los trabajadores, así que aumentan los precios de sus productos. Pero al aumentar los precios de estos productos industriales, los precios RELATIVOS de los productos agrícolas vuelven a bajar. O sea, vuelven a estar baratos con respecto a los productos industriales, entonces si no se quiere que eso provoque una caída en el volumen de esta producción exportable, hay que restablecer los antiguos precios relativos. Esto quiere decir que vueeeelven a aumentar productos agrícolas, y así recomienza el ciclo.
En definitiva, para esta segunda corriente, como se ve, todo el problema viene porque no se pueden ajustar los precios relativos, en constante desequilibrio. Hay "cuellos de botella" de la producción agrícola, o "estrangulamientos", similares (o análogos) a los de la balanza de pagos en el Stop and Go. En otras palabras, todo se solucionaría con cada vez más producción de bienes primarios, sólo alcanzable con inversión en el agro. Voilá, siempre se vuelve al primer amor.
Para ir cerrando, podemos comentar que Olivera concluye en realidad que en Argentina se dieron conjuntamente los dos tipos de inflación, pero que cuando se entraba en recesión, donde no debería haber inflación monetaria, no la había; pero sí seguían latentes las causas de la inflación estructuralista, por lo cual se tenía recesión con inflación. Esto es en realidad bastante lógico, considerando que las dos teorías coinciden en los hechos que generan inflación y se contraponen sólo en términos del sentido de la relación causal: que la inflación provoca la estructura productiva desequilibrada (monetarismo) o viceversa (estructuralismo). ¿Vieron que yo no desperdicio negritas? (see above). Son visiones antagónicas, pero no excluyentes.
Por último, las trigger questions: hoy en día en Argentina, ¿qué carajo está pasando? ¿Y qué va a pasar? La inflación que hay, además de precios y salarios, ¿es por estructura productiva? ¿Por crecer por encima de la tendencia? Y más interesante todavía, ¿la asistencia social junto con los pocos ingresos genuinos del quintal (20%) más bajo de la población llega a contrarrestar la inflación acumulada desde, pongámosle, 2003? En otras palabras, es saber si las clases más bajas son hoy más pobres o más ricas en términos reales que en 2003. Bah, o en una de esas, la inflación a ellos ni les afecta, comparándolos con las clases más altas. Si Boudou lo dice...
Hasta acá llegamos hoy. Largo y tendido, así que muchas gracias por leer. Será hasta la próxima.
martes, 26 de octubre de 2010
El FMI - Parte 3
¡¡Revivió!! Vuelve hoy la saga que nos cuenta las desventuras de la Argentina a la hora de endeudarse en el exterior. El post del día es una parte 3 de otros dos (claro) que hablan un poco de la deuda externa, sus orígenes, protagonistas y algo de los mecanismos. Hoy contamos un poco algunas cuestiones accesorias e irregularidades, sacadas del robado de la fecha: "La nueva deuda externa explicada a todos", de Calcagno-Calgano (padre e hijo), edición de Eudeba 2006.
1. El destino de los fondos: la bicicleta financiera
El argumento principal por el que se considera inútil y perjudicial a la deuda es el destino de los fondos. De hecho, si bien la experiencia general de América Latina fue bastante mala en este campo, Brasil por ejemplo aprovechó bastante mejor los caudales de dólares que le entraron por esta vía para armarse industrialmente. Acá de industria ni hablar.
Buena parte del ingreso de dólares por deuda se usó para fugar capitales. Muy buena parte, de hecho. El libro plantea una manera de entender el concepto de "bicicleta financiera" mechado (necesariamente, como lo exige su definición) con el de los autopréstamos que conformaban la deuda.
Hablamos de la "deuda vieja", que los autores presentan desde el ´76 hasta el ´90. Es simple: el país tenía una tasa de interés bastante más alta que la del resto del mundo, por lo riesgosos que éramos. De hecho el componente de nuestra tasa de interés que se determinaba por la "tasa de devaluación esperada" era lo que Martínez de Hoz quería hacer tender a cero. La famosa tablita cambiaria de Martínez de Hoz. En criollo: decir abiertamente cuánto se iba a devaluar, para eliminar esa variable de la ecuación, bajando la tasa de interés. Como es evidente, no lo logró por ir siempre atrás de la inflación.
En ese contexto Argentina exportaba muy poco (pocos dólares entrando por esa vía), pero de alguna manera había que saciar a las fieras sedientas de verdes, conocidas en el saber consuetudinario (!!!) como especuladores. Así que el Estado obligó a las empresas públicas a endeudarse en dólares. Un comentario simple que leí en algún otro momento de nomeacuerdoquién decía que endeudarse en el exterior era tan preciado justamente no tanto por el costo del crédito, sino porque esa plata te la daban en divisas. Con los autopréstamos fue así: no se necesitaba exactamente que entrara plata, sino que la plata que entrara fuera en dólares. ¿Para qué? Bueno, así aprovechaban la tasa de interés de acá, convertían a U$S, lo depositaban en el exterior y con ese depósito como garantía, obtenían nuevos créditos de bancos extranjeros. Esos nuevos créditos los ingresaban al país como deuda externa (privada), aprovechaban la tasa de interés internacional, convertían a dólares... and so on. Con ustedes, la bicicleta financiera.
2. Entender la convertibilidad
La otra etapa de la deuda que plantean los autores es la deuda nueva: la de la década del ´90. La diferencia fundamental es que en la deuda vieja se usaron los fondos básicamente para fugar capitales y para importaciones superpoderosas no declaradas. La deuda nueva, en cambio, era para sostener un modelo entero de crecimiento. La convertibilidad sin deuda no podía vivir.
Esto era así: por el tipo de cambio fijo se volvían más favorables las importaciones, que empezaron a crecer mucho más rápido que las exportaciones y que además tocaban techo en años de alto crecimiento. Se arranca por ese déficit en la balanza comercial. Un flujo de capitales tenía que cubrirlo. Se contrae cada vez más deuda, que empieza a generar comisiones, dividendos o lo que se llama "servicios" de la deuda: básicamente los intereses del capital que pedíamos prestado. ¿Pero qué pasaba? Los intereses que se acumulaban eran tales que no había manera de pagarlos con las pocas exportaciones que teníamos, así que necesitábamos más plata que sólo podía entrar como nueva deuda/inversión extranjera directa... para cancelar intereses de deuda anterior. Ahora teníamos que cerrar dos déficit: el comercial y el de pagos. Obviamente esto tiene el límite de cuánto signifique tu deuda en tu economía, o el coeficiente deuda/PBI. En 2001 fue que ese numerito nos condenó y nos dejaron de prestar.
Vale hacer dos aclaraciones: primero que el discurso oficial era que los capitales extranjeros iban a ayudar a modernizarnos y así dar el salto tecnológico que nos permitiera algún día exportar lo suficiente para bancarnos con nuestras propias divisas. Pero eso nunca podía pasar si la deuda ya tenía destino pensado antes de contraerse y ese era tapar el bache en la balanza comercial y de capital y financiera.
Y segundo, que esa forma de "inversión" que podían tomar los capitales foráneos iban, en realidad y a lo sumo, al sector de servicios que es no transable, que no exporta. No podía funcionar nunca la estrategia oficial. Y Nótese el detallito de ser justamente estos sectores los más protegidos por reservas de mercado bastante turbias que datan desde la dictadura; de ser esos los que más plata evadieron y, los que eran estatales, ser esos los activos más rentables que se privatizaron. Todo tiene que ver con todo.
Para cerrar, una pregunta fundamental: ¿qué tenía de tan perjudicial la convertibilidad en términos de su naturaleza (además de en términos de su funcionamiento, que vimos) respecto de la deuda?
Esto es simple: en un sistema sin convertibilidad si no hay dólares suficientes para satisfacer la demanda, se puede devaluar. Esto si de hecho la flotación sucia (juego de oferta y demanda con intervención del central) no hizo ya que el mismo precio del dólar disuada de comprarlo.
Ahora, con convertibilidad ¿qué pasaba? Los déficits los financiábamos, mientras podíamos, con deuda, porque no podíamos devaluar. Pero cuando por alguna razón se cortaba el chorro (como en la crisis del Tequila) la salida era una recesión bastante dura. En cambio con devaluación permitida la recesión duraba mucho menos y se acomodaban los precios relativos bastante más rápido. El costo y la duración de estos dos tipos de crisis los explica Andrés Tavosnanska, un economista de la UBA, en un texto bastante oportunamente titulado "Del stop and go al go and crush".
Hasta acá llegamos hoy. Para otro momento, si pinta, las irregularidades jurídicas de la deuda. Hasta la próxima!
1. El destino de los fondos: la bicicleta financiera
El argumento principal por el que se considera inútil y perjudicial a la deuda es el destino de los fondos. De hecho, si bien la experiencia general de América Latina fue bastante mala en este campo, Brasil por ejemplo aprovechó bastante mejor los caudales de dólares que le entraron por esta vía para armarse industrialmente. Acá de industria ni hablar.
Buena parte del ingreso de dólares por deuda se usó para fugar capitales. Muy buena parte, de hecho. El libro plantea una manera de entender el concepto de "bicicleta financiera" mechado (necesariamente, como lo exige su definición) con el de los autopréstamos que conformaban la deuda.
Hablamos de la "deuda vieja", que los autores presentan desde el ´76 hasta el ´90. Es simple: el país tenía una tasa de interés bastante más alta que la del resto del mundo, por lo riesgosos que éramos. De hecho el componente de nuestra tasa de interés que se determinaba por la "tasa de devaluación esperada" era lo que Martínez de Hoz quería hacer tender a cero. La famosa tablita cambiaria de Martínez de Hoz. En criollo: decir abiertamente cuánto se iba a devaluar, para eliminar esa variable de la ecuación, bajando la tasa de interés. Como es evidente, no lo logró por ir siempre atrás de la inflación.
En ese contexto Argentina exportaba muy poco (pocos dólares entrando por esa vía), pero de alguna manera había que saciar a las fieras sedientas de verdes, conocidas en el saber consuetudinario (!!!) como especuladores. Así que el Estado obligó a las empresas públicas a endeudarse en dólares. Un comentario simple que leí en algún otro momento de nomeacuerdoquién decía que endeudarse en el exterior era tan preciado justamente no tanto por el costo del crédito, sino porque esa plata te la daban en divisas. Con los autopréstamos fue así: no se necesitaba exactamente que entrara plata, sino que la plata que entrara fuera en dólares. ¿Para qué? Bueno, así aprovechaban la tasa de interés de acá, convertían a U$S, lo depositaban en el exterior y con ese depósito como garantía, obtenían nuevos créditos de bancos extranjeros. Esos nuevos créditos los ingresaban al país como deuda externa (privada), aprovechaban la tasa de interés internacional, convertían a dólares... and so on. Con ustedes, la bicicleta financiera.
2. Entender la convertibilidad
La otra etapa de la deuda que plantean los autores es la deuda nueva: la de la década del ´90. La diferencia fundamental es que en la deuda vieja se usaron los fondos básicamente para fugar capitales y para importaciones superpoderosas no declaradas. La deuda nueva, en cambio, era para sostener un modelo entero de crecimiento. La convertibilidad sin deuda no podía vivir.
Esto era así: por el tipo de cambio fijo se volvían más favorables las importaciones, que empezaron a crecer mucho más rápido que las exportaciones y que además tocaban techo en años de alto crecimiento. Se arranca por ese déficit en la balanza comercial. Un flujo de capitales tenía que cubrirlo. Se contrae cada vez más deuda, que empieza a generar comisiones, dividendos o lo que se llama "servicios" de la deuda: básicamente los intereses del capital que pedíamos prestado. ¿Pero qué pasaba? Los intereses que se acumulaban eran tales que no había manera de pagarlos con las pocas exportaciones que teníamos, así que necesitábamos más plata que sólo podía entrar como nueva deuda/inversión extranjera directa... para cancelar intereses de deuda anterior. Ahora teníamos que cerrar dos déficit: el comercial y el de pagos. Obviamente esto tiene el límite de cuánto signifique tu deuda en tu economía, o el coeficiente deuda/PBI. En 2001 fue que ese numerito nos condenó y nos dejaron de prestar.
Vale hacer dos aclaraciones: primero que el discurso oficial era que los capitales extranjeros iban a ayudar a modernizarnos y así dar el salto tecnológico que nos permitiera algún día exportar lo suficiente para bancarnos con nuestras propias divisas. Pero eso nunca podía pasar si la deuda ya tenía destino pensado antes de contraerse y ese era tapar el bache en la balanza comercial y de capital y financiera.
Y segundo, que esa forma de "inversión" que podían tomar los capitales foráneos iban, en realidad y a lo sumo, al sector de servicios que es no transable, que no exporta. No podía funcionar nunca la estrategia oficial. Y Nótese el detallito de ser justamente estos sectores los más protegidos por reservas de mercado bastante turbias que datan desde la dictadura; de ser esos los que más plata evadieron y, los que eran estatales, ser esos los activos más rentables que se privatizaron. Todo tiene que ver con todo.
Para cerrar, una pregunta fundamental: ¿qué tenía de tan perjudicial la convertibilidad en términos de su naturaleza (además de en términos de su funcionamiento, que vimos) respecto de la deuda?
Esto es simple: en un sistema sin convertibilidad si no hay dólares suficientes para satisfacer la demanda, se puede devaluar. Esto si de hecho la flotación sucia (juego de oferta y demanda con intervención del central) no hizo ya que el mismo precio del dólar disuada de comprarlo.
Ahora, con convertibilidad ¿qué pasaba? Los déficits los financiábamos, mientras podíamos, con deuda, porque no podíamos devaluar. Pero cuando por alguna razón se cortaba el chorro (como en la crisis del Tequila) la salida era una recesión bastante dura. En cambio con devaluación permitida la recesión duraba mucho menos y se acomodaban los precios relativos bastante más rápido. El costo y la duración de estos dos tipos de crisis los explica Andrés Tavosnanska, un economista de la UBA, en un texto bastante oportunamente titulado "Del stop and go al go and crush".
Hasta acá llegamos hoy. Para otro momento, si pinta, las irregularidades jurídicas de la deuda. Hasta la próxima!
martes, 19 de octubre de 2010
La Santa Trinidad
Nunca se está seguro de muchas cosas en la economía. En la política a uno no le queda otra que sonar/actuar convencido, así que es más apariencia que convencimiento genuino. Y en la historia.. bueno, la historia en ese sentido yo diría que es la más pura de las 3: es la que más herramientas tiene para justificarse, lo cual parece lo más lógico, siendo la que representa al pasado. Si se quiere, la política podría el presente y la economía el futuro, mal que me pese. Sería "el ámbito donde se pretende que se desasarrolle cada una"... o algo así.
Es muy interesante y se puede hablar 3 días seguidos de cómo se complementa la Santa Trinidad. Que no está bien delimitado qué es economía y qué es política (para el bien de la primera)... que la economía de la historia no aprende.. que la política en la historia evoluciona... en fin. Pero sí vale la observación de ser los políticos más audaces los que más saben/supieron de historia... empezando por Perón y Frondizi, si buscamos figuritas conocidas.
Pero lo que nos convoca hoy es más específicamente una elucubración de pensamientos que me suscitó un párrafo con el que Juan José Llach, sociólogo, economista y padre del prestigioso (también) economista Lucas Llach termina un texto suyo. Más precisamente "El Plan Pinedo de 1940". Y dice...
"Si el fracaso de plan Pinedo puede ser visto como una victoria pírrica de la política sobre la economía -y fue pírrica porque en poco tiempo la victoria se convirtió en derrota para sus opositores-, la incapacidad del peronismo para dar al país una estrategia exitosa de industrialización puede ser considerada como un triunfo de la economía sobre la política, porque no era posible promover desde el Estado, aún con sólidos apoyos sociales, cualquier estrategia de industrialización basada casi exclusivamente en el mercado interno. [...]" (las cursivas son del autor)
Esa reflexión me pareció simplemente genial. Los términos "victoria de tal sobre tal", lejos de lo que puede sugerir gramáticamente, la veo como una excelente manera de mirar cómo se están complementando la política y la economía en tal gobierno, o si se quiere en "tal medida", aunque parece un poco más jugado.
Llach habla con el diario del lunes, es claro, lo cual debería disuadir a susceptibles de ofenderse por sentirlo "un bardeo a Perón", cuando de hecho (esto queda fuera del texto) Perón resuelve el problema (52 -55) y cae por cuestiones bastante distintas.
Resumidamente y al solo efecto de su comprensión: el Plan Pinedo de 1940 era un plan orgánico emanado del Estado diagramado mayormente por Federico Pinedo, bastante más lúcido que su homónimo hoy diputado del PRO. Este tipo veía que el modelo agroexportador no iba más, que volvía a desfavorecernos en el ´37 y que con el estallido de la guerra dos años después, se debían encarar reformas bastante radicales para transformar las actividades productivas internas y la manera de insertarse en el mercado mundial, con la nueva pretendida metrópoli: Estados Unidos.
El plan fracasó prácticamente en su totalidad, pero sólo por el momento, porque la gran mayoría de iniciativas que traía serían después tomadas por Perón como banderas propias. Llach dice que fracasó, entonces, políticamente, por estar proscriptos los radicales y a raíz de eso votar en contra en el Congreso. Una falta de pericia muy burda de los milicos del momento para incluir a los opositores de alguna manera, en algo tan importante como era un plan económico. (según Portantiero los radicales eran en realidad "pastoriles" y por eso votaron como votaron... lo que hoy se dice "retrasar 40 años".. bastante sugestivo, no?).
Como contrapartida, el mercadointernismo peronista que siguió. La economía se terminaba sobreponiendo a la política. ¿Por qué? Llach dice que por más base peronista que tuvieras, no se podía vivir del "boom de demanda" 46 - 49 con una economía crecientemente cerrada, sostenida por reservas que ahora escaseaban. Esto quedó demostrado por el cambio de rumbo a partir de principios de los ´50, hasta la caída. Sin olvidar el precio económico que se pagó.
Finalmente, es una tentación preguntarnos qué es lo que está pasando hoy en día. Si vamos a tener que lamentar una lección económica sobre ciertos puntos, como el tarifazo inminente sobre subsidios gigantes eventualmente insostenibles; o si lo que corresponde es mantener esos subsidios aprovechando que se pueden dar, aumentando el nivel de vida (por el momento por lo menos). O si es eficaz (a mediano plazo) que Moreno imponga precios máximos a punta de pistola. O si sirve crecer al 10%.
Todas cuestiones que mayormente la economía y el tiempo contestarán, pero en donde justamente la que manda es la política. Encontrar ese balance debe ser de lo más difícil, pero como guía debe ser bastante útil. A un economista por lo menos. Bah, mejor dicho a un economista que no quiere que la historia le diga "Yo te lo dije...".
Es muy interesante y se puede hablar 3 días seguidos de cómo se complementa la Santa Trinidad. Que no está bien delimitado qué es economía y qué es política (para el bien de la primera)... que la economía de la historia no aprende.. que la política en la historia evoluciona... en fin. Pero sí vale la observación de ser los políticos más audaces los que más saben/supieron de historia... empezando por Perón y Frondizi, si buscamos figuritas conocidas.
Pero lo que nos convoca hoy es más específicamente una elucubración de pensamientos que me suscitó un párrafo con el que Juan José Llach, sociólogo, economista y padre del prestigioso (también) economista Lucas Llach termina un texto suyo. Más precisamente "El Plan Pinedo de 1940". Y dice...
"Si el fracaso de plan Pinedo puede ser visto como una victoria pírrica de la política sobre la economía -y fue pírrica porque en poco tiempo la victoria se convirtió en derrota para sus opositores-, la incapacidad del peronismo para dar al país una estrategia exitosa de industrialización puede ser considerada como un triunfo de la economía sobre la política, porque no era posible promover desde el Estado, aún con sólidos apoyos sociales, cualquier estrategia de industrialización basada casi exclusivamente en el mercado interno. [...]" (las cursivas son del autor)
Esa reflexión me pareció simplemente genial. Los términos "victoria de tal sobre tal", lejos de lo que puede sugerir gramáticamente, la veo como una excelente manera de mirar cómo se están complementando la política y la economía en tal gobierno, o si se quiere en "tal medida", aunque parece un poco más jugado.
Llach habla con el diario del lunes, es claro, lo cual debería disuadir a susceptibles de ofenderse por sentirlo "un bardeo a Perón", cuando de hecho (esto queda fuera del texto) Perón resuelve el problema (52 -55) y cae por cuestiones bastante distintas.
Resumidamente y al solo efecto de su comprensión: el Plan Pinedo de 1940 era un plan orgánico emanado del Estado diagramado mayormente por Federico Pinedo, bastante más lúcido que su homónimo hoy diputado del PRO. Este tipo veía que el modelo agroexportador no iba más, que volvía a desfavorecernos en el ´37 y que con el estallido de la guerra dos años después, se debían encarar reformas bastante radicales para transformar las actividades productivas internas y la manera de insertarse en el mercado mundial, con la nueva pretendida metrópoli: Estados Unidos.
El plan fracasó prácticamente en su totalidad, pero sólo por el momento, porque la gran mayoría de iniciativas que traía serían después tomadas por Perón como banderas propias. Llach dice que fracasó, entonces, políticamente, por estar proscriptos los radicales y a raíz de eso votar en contra en el Congreso. Una falta de pericia muy burda de los milicos del momento para incluir a los opositores de alguna manera, en algo tan importante como era un plan económico. (según Portantiero los radicales eran en realidad "pastoriles" y por eso votaron como votaron... lo que hoy se dice "retrasar 40 años".. bastante sugestivo, no?).
Como contrapartida, el mercadointernismo peronista que siguió. La economía se terminaba sobreponiendo a la política. ¿Por qué? Llach dice que por más base peronista que tuvieras, no se podía vivir del "boom de demanda" 46 - 49 con una economía crecientemente cerrada, sostenida por reservas que ahora escaseaban. Esto quedó demostrado por el cambio de rumbo a partir de principios de los ´50, hasta la caída. Sin olvidar el precio económico que se pagó.
Finalmente, es una tentación preguntarnos qué es lo que está pasando hoy en día. Si vamos a tener que lamentar una lección económica sobre ciertos puntos, como el tarifazo inminente sobre subsidios gigantes eventualmente insostenibles; o si lo que corresponde es mantener esos subsidios aprovechando que se pueden dar, aumentando el nivel de vida (por el momento por lo menos). O si es eficaz (a mediano plazo) que Moreno imponga precios máximos a punta de pistola. O si sirve crecer al 10%.
Todas cuestiones que mayormente la economía y el tiempo contestarán, pero en donde justamente la que manda es la política. Encontrar ese balance debe ser de lo más difícil, pero como guía debe ser bastante útil. A un economista por lo menos. Bah, mejor dicho a un economista que no quiere que la historia le diga "Yo te lo dije...".
lunes, 6 de septiembre de 2010
La Enfermedad Holandesa Evolutiva (EHE)
Hoy me levanté con la sabiduría de Krugman y la autoconfianza de Friedman. OK, no tengo nada de eso, pero estoy leyendo un libro GROSO-GROSO, al que le toca ser robado en el día de la fecha. "El desarrollo ausente", de Azpiazu y Nochteff, 1994. Y entre tantas genialidades para un perejil como quien escribe, que recién empieza a estudiar economía, me encontré con el asunto de referencia y me dieron ganas de compartirlo.
El libro analiza desde un planteo schumpetero-kaleckiano, para el que eso le aporte algo, el desarrollo (o falta de él, en realidad) de la economía argentina a lo largo de nuestra historia. Sus causas, consecuencias, actores, momentos y toda la bola. Al respecto quiero decir que el post anterior a éste se basaba en algo que este libro dice (casi tan explícitamente como lo dije yo, aunque mucho más conceptualizado y profundo) y que yo no había leído todavía!!! No me sirve de nada mentir, posta, lo había "observado" yo a partir de otro texto de otros dos capos, como Katz y Kosacoff. La situación me deja dos alternativas. Either soy un genio or alguien ya me lo había sugerido y mi memoria me jugó una mala pasada.
La Enfermedad Holandesa Evolutiva (EHE) se asume en el libro como sinónimo de Estructura Productiva Heterogénea (EPH), así como de MDS (Modelo de Dos Sectores). Para contar qué es vamos a decir de dónde nació el nombre.
En la década del ´60 Holanda encuentra grandísimos yacimientos de gas natural y petróleo alrededor del Mar del Norte. ¿A quién no le vienen bien recursos de este tipo? Bueno, la cuestión es que por aprovecharlo, fue tal el nivel sostenido durante un par de años de las exportaciones de estos productos que las divisas que entraron por ese lado terminaron formando un núcleo de reservas que depreciaron muy fuertemente el florín. La industria holandesa era hasta ese momento desarrollada y muy competitiva, pero ahora el tipo de cambio se situaba en la paridad de costos (marginales) de los sectores primarios (PCSP), no ya en la anterior paridad de costos (marginales) de los sectores industriales (PCSI). ¿Qué quiere decir esto? Que el tipo de cambio que garantizaba a la industria holandesa poder importar los insumos necesarios y competir con las importaciones ahora estaba mucho más apreciado; o sea, ahora eran más caras las importaciones de esos insumos necesarios y la industria estaba mucho menos protegida. Un país desarrollado se encontraba ahora exportando bienes primarios, sin valor agregado y con una industria "ineficiente".
El paralelismo con América Latina es muy claro, sólo que acá nada de esto fue sorpresivo; al contrario, todo esto es permanente. Decimos entonces que la EHE consiste en la abrupta diferencia escalonada de productividad de los sectores con más ventajas comparativas de una economía, contra la productividad de los sectores con más desventajas comparativas de la misma economía. De ahí que EPH y MDS se consideren sinónimos. Por si quedan dudas: los sectores en Argentina son, muy esquemáticamente, el de bienes primarios y el de bienes industriales. (los servicios ocupan el lugar particular de bienes no transables, que acá no desarrollo porque no me dan las putas ganas).
Lo delicado de esto es que es, justamente, evolutivo. El caso holandés fue excpecional. Pero en Argentina, donde los monopolios no innovan ni son transitorios (como en economías desarrolladas), sino que se mantienen por políticas gubernamentales que acompañan el comportamiento de la elite económica, que elige cada opción blanda de acomodarse a las oportunidades externas en cada período, que es cómoda, que no innova y se apropia de reservas de mercado que retrasan (en términos de Kalecki) la dinámica de crecimiento y desarrollo... bueno, en ese marco sólo nos queda el subdesarrollo, en el que, encima, si seguimos manteniendo como principal sector exportador proveedor de divisas al sector primario, va a seguir siendo la misma gauchocracia de siempre que se indigna leyendo "Pobre patria mía" la que oficie de árbitro económico y se beneficie de cada crisis, en la que la devaluación parece la única salida posible. El viejo y nunca bien ponderado Stop and go.
Ese vendría a ser un poco el tronco del libro. Eso último, el comportamiento de la elite económica, vendría a ser la causa más importante de no haber dado nunca el salto de ser una Economía de Adaptación Tardía a una Economía de Imitación Creativa, o mejor aún, una Economía de Desarrollo (en los términos de los autores). Y las retenciones a la exportación, UNA de las patas de la solución al problema, junto con subsidios explícitos a las exportaciones industriales y otras varias más.
Lo loco de esto es que Diamand (que, para que me entiendan mis amigos socialíticos, es a la economía argentina lo que Víctor Hugo es al periodismo), junto con Braun, haya descrito ya una forma de EHE sin ese nombre en el ´72 que los eruditos de los países centrales ni se gastaron en leer (y que mucho más tarde analizaron y bautizaron la EHE).
En realidad, el caso que le da el nombre al fenómeno, dicen los autores, podría ser considerado una variante de la "Enfermedad Latinoamericana", o "Enfermedad del Subdesarrollo".
Hasta acá llega la nota económica del día. Gracias por leer y que tengan buena vida.
El libro analiza desde un planteo schumpetero-kaleckiano, para el que eso le aporte algo, el desarrollo (o falta de él, en realidad) de la economía argentina a lo largo de nuestra historia. Sus causas, consecuencias, actores, momentos y toda la bola. Al respecto quiero decir que el post anterior a éste se basaba en algo que este libro dice (casi tan explícitamente como lo dije yo, aunque mucho más conceptualizado y profundo) y que yo no había leído todavía!!! No me sirve de nada mentir, posta, lo había "observado" yo a partir de otro texto de otros dos capos, como Katz y Kosacoff. La situación me deja dos alternativas. Either soy un genio or alguien ya me lo había sugerido y mi memoria me jugó una mala pasada.
La Enfermedad Holandesa Evolutiva (EHE) se asume en el libro como sinónimo de Estructura Productiva Heterogénea (EPH), así como de MDS (Modelo de Dos Sectores). Para contar qué es vamos a decir de dónde nació el nombre.
En la década del ´60 Holanda encuentra grandísimos yacimientos de gas natural y petróleo alrededor del Mar del Norte. ¿A quién no le vienen bien recursos de este tipo? Bueno, la cuestión es que por aprovecharlo, fue tal el nivel sostenido durante un par de años de las exportaciones de estos productos que las divisas que entraron por ese lado terminaron formando un núcleo de reservas que depreciaron muy fuertemente el florín. La industria holandesa era hasta ese momento desarrollada y muy competitiva, pero ahora el tipo de cambio se situaba en la paridad de costos (marginales) de los sectores primarios (PCSP), no ya en la anterior paridad de costos (marginales) de los sectores industriales (PCSI). ¿Qué quiere decir esto? Que el tipo de cambio que garantizaba a la industria holandesa poder importar los insumos necesarios y competir con las importaciones ahora estaba mucho más apreciado; o sea, ahora eran más caras las importaciones de esos insumos necesarios y la industria estaba mucho menos protegida. Un país desarrollado se encontraba ahora exportando bienes primarios, sin valor agregado y con una industria "ineficiente".
El paralelismo con América Latina es muy claro, sólo que acá nada de esto fue sorpresivo; al contrario, todo esto es permanente. Decimos entonces que la EHE consiste en la abrupta diferencia escalonada de productividad de los sectores con más ventajas comparativas de una economía, contra la productividad de los sectores con más desventajas comparativas de la misma economía. De ahí que EPH y MDS se consideren sinónimos. Por si quedan dudas: los sectores en Argentina son, muy esquemáticamente, el de bienes primarios y el de bienes industriales. (los servicios ocupan el lugar particular de bienes no transables, que acá no desarrollo porque no me dan las putas ganas).
Lo delicado de esto es que es, justamente, evolutivo. El caso holandés fue excpecional. Pero en Argentina, donde los monopolios no innovan ni son transitorios (como en economías desarrolladas), sino que se mantienen por políticas gubernamentales que acompañan el comportamiento de la elite económica, que elige cada opción blanda de acomodarse a las oportunidades externas en cada período, que es cómoda, que no innova y se apropia de reservas de mercado que retrasan (en términos de Kalecki) la dinámica de crecimiento y desarrollo... bueno, en ese marco sólo nos queda el subdesarrollo, en el que, encima, si seguimos manteniendo como principal sector exportador proveedor de divisas al sector primario, va a seguir siendo la misma gauchocracia de siempre que se indigna leyendo "Pobre patria mía" la que oficie de árbitro económico y se beneficie de cada crisis, en la que la devaluación parece la única salida posible. El viejo y nunca bien ponderado Stop and go.
Ese vendría a ser un poco el tronco del libro. Eso último, el comportamiento de la elite económica, vendría a ser la causa más importante de no haber dado nunca el salto de ser una Economía de Adaptación Tardía a una Economía de Imitación Creativa, o mejor aún, una Economía de Desarrollo (en los términos de los autores). Y las retenciones a la exportación, UNA de las patas de la solución al problema, junto con subsidios explícitos a las exportaciones industriales y otras varias más.
Lo loco de esto es que Diamand (que, para que me entiendan mis amigos socialíticos, es a la economía argentina lo que Víctor Hugo es al periodismo), junto con Braun, haya descrito ya una forma de EHE sin ese nombre en el ´72 que los eruditos de los países centrales ni se gastaron en leer (y que mucho más tarde analizaron y bautizaron la EHE).
En realidad, el caso que le da el nombre al fenómeno, dicen los autores, podría ser considerado una variante de la "Enfermedad Latinoamericana", o "Enfermedad del Subdesarrollo".
Hasta acá llega la nota económica del día. Gracias por leer y que tengan buena vida.
martes, 24 de agosto de 2010
El patio del mundo
¿El granero o el taller? He ahí la cuestión.
Corrían años centenarios cuando en Argentina las actividades económicas por excelencia eran la ganadería y la agricultura. Bah, casi excluyentes. Por esos tiempos se acuñó la frase "El granero del mundo". Ni originalidad teníamos. Inglaterra ya se había autoproclamado "El taller del mundo", una vez sentidas las consecuencias de la revolución industrial, varios años antes. Esto no es menor, desde ya. Se podrá alegar el esquema de dominación del siglo XIX (todavía vigente) de David Ricardo y todo lo que quieran. Pero el presente post es sobre algo distinto.
A un estudiante de economía no puede menos que sorprenderle lo cíclico de ciertos fenómenos. Pero cuando ese "fenómeno" es nada menos que el comportamiento de la clase política de un país... epa, ya es otra cosa. Algunos dicen que la historia se repite. Otros dicen que la historia continúa. Yo no sé, el día que viva una historia completa y vea cómo empieza la siguiente les diré.
Pero por el momento, quiero destacar cómo históricamente en Argentina se fueron acomodando los nichos de valorización del capital y, si se quiere, la economía entera, sus actividades y recursos, a lo que intereses extranjeros querían que ocurriera.
No deja de sorprenderme. ¿Ingenuo? ¿Chocolate por la noticia? No sé. Soy conciente, como escribí en otros posts, que para que esto pasara tenía que haber, por lo menos, una clase dirigente/poseedora-del-capital-económico local lo suficientemente predispuesta a dejar que pasara (y, como sabemos, también ayudar a que pase). Pero ese no es el énfasis acá. No emano hoy ningún juicio de valor contra personas. No voluntariamente, por lo menos. La intención es mostrar, al menos en apariencia, nuestra evolución, caídas y características de cada modelo de acumulación para poder preguntarnos qué viene. Qué nos espera. Esa es la intención.
Modelo agroexportador: Tratado D´Abernon, 1929. Tratado de Roca-Runciman, 1933. Control de cambios y medidas para-arancelarias. Todas políticas para salvar el modelo en clara caída, a favor de la metrópoli del modelo: Inglaterra.
Modelo industrial: época de Frondizi, fines de los ´50, principios de los ´60. Esta vez con la otra metrópoli, la de este modelo de acumulación: Estados Unidos. Para ilustrarlo bien breve, palabras del presi de General Motors, Donner: "Para GM, así como para varios otros fabricantes de vehículos, la alternativa era producir en Argentina o retirarse del mercado". Muestra de la búsqueda de rentas oligopólicas que ofrecía Argentina en la plaza de producción que eligiera el gobierno.
Modelo financiero: qué decir de este modelo, tan contundente como la bandera de los negociados con los países subdesarrollados? El origen de la deuda externa (como problema incontrolable), también en palabras del mismo Martínez de Hoz, tuvo este mismo carácter. Esto está explicado en el post de un blog muy bueno, didáctico y de requete-chupete.
Bien conciso y sin desarrollar (porque no es la idea y se me van a dormir todos), es claro cómo se moldeaba nuestra "actividad económica" de acuerdo a lo que las potencias querían. No es ninguna primicia, pero lo que sí es revelador es cómo esas medidas eran síntoma (caso 1) o causa (caso 3) de la caída del modelo. El caso de las industrias del desarrollismo no me animo a decir que fue perjudicial a largo plazo, pero sí que representó el tronco económico por el cual ese gobierno no se sostuvo.
Dicho esto, ¿qué cabe pensar hoy en día? No me animaría a decir en qué modelo (por lo menos tan puro como se los esquematizó) estamos en este mundo globalizado. No hasta que lea a algún groso decirlo, por lo menos, como copié todo lo que escribí hasta ahora.
Pero.. sí se lo puede encarar desde el lado de América Latina. Hasta ahora me referí exclusivamente a Argentina, cual titular vendepatria de Clarín que resalta a Brasil y denosta a Argentina. Pero lo más probable es que a nivel continental (excluyamos a los bananeros centroamericanos) se esté dando un proceso de cortar lazos de dependencia económica. Esto no es joda, es histórico y es para aprovechar la oportunidad. Y es una oportunidad porque, por lo menos a nivel nacional, si se compara la estructura económica de hoy en día con la de cada uno de los momentos citados, o hasta yo diría con prácticamente cualquier momento en nuestra historia excluyendo el primer peronismo... nunca fuimos tan independientes. ¿Mérito? ¿Contexto? ¿Un poco de los dos? El eterno debate peronista...
Gracias UBA y gracias por leer.
Corrían años centenarios cuando en Argentina las actividades económicas por excelencia eran la ganadería y la agricultura. Bah, casi excluyentes. Por esos tiempos se acuñó la frase "El granero del mundo". Ni originalidad teníamos. Inglaterra ya se había autoproclamado "El taller del mundo", una vez sentidas las consecuencias de la revolución industrial, varios años antes. Esto no es menor, desde ya. Se podrá alegar el esquema de dominación del siglo XIX (todavía vigente) de David Ricardo y todo lo que quieran. Pero el presente post es sobre algo distinto.
A un estudiante de economía no puede menos que sorprenderle lo cíclico de ciertos fenómenos. Pero cuando ese "fenómeno" es nada menos que el comportamiento de la clase política de un país... epa, ya es otra cosa. Algunos dicen que la historia se repite. Otros dicen que la historia continúa. Yo no sé, el día que viva una historia completa y vea cómo empieza la siguiente les diré.
Pero por el momento, quiero destacar cómo históricamente en Argentina se fueron acomodando los nichos de valorización del capital y, si se quiere, la economía entera, sus actividades y recursos, a lo que intereses extranjeros querían que ocurriera.
No deja de sorprenderme. ¿Ingenuo? ¿Chocolate por la noticia? No sé. Soy conciente, como escribí en otros posts, que para que esto pasara tenía que haber, por lo menos, una clase dirigente/poseedora-del-capital-económico local lo suficientemente predispuesta a dejar que pasara (y, como sabemos, también ayudar a que pase). Pero ese no es el énfasis acá. No emano hoy ningún juicio de valor contra personas. No voluntariamente, por lo menos. La intención es mostrar, al menos en apariencia, nuestra evolución, caídas y características de cada modelo de acumulación para poder preguntarnos qué viene. Qué nos espera. Esa es la intención.
Modelo agroexportador: Tratado D´Abernon, 1929. Tratado de Roca-Runciman, 1933. Control de cambios y medidas para-arancelarias. Todas políticas para salvar el modelo en clara caída, a favor de la metrópoli del modelo: Inglaterra.
Modelo industrial: época de Frondizi, fines de los ´50, principios de los ´60. Esta vez con la otra metrópoli, la de este modelo de acumulación: Estados Unidos. Para ilustrarlo bien breve, palabras del presi de General Motors, Donner: "Para GM, así como para varios otros fabricantes de vehículos, la alternativa era producir en Argentina o retirarse del mercado". Muestra de la búsqueda de rentas oligopólicas que ofrecía Argentina en la plaza de producción que eligiera el gobierno.
Modelo financiero: qué decir de este modelo, tan contundente como la bandera de los negociados con los países subdesarrollados? El origen de la deuda externa (como problema incontrolable), también en palabras del mismo Martínez de Hoz, tuvo este mismo carácter. Esto está explicado en el post de un blog muy bueno, didáctico y de requete-chupete.
Bien conciso y sin desarrollar (porque no es la idea y se me van a dormir todos), es claro cómo se moldeaba nuestra "actividad económica" de acuerdo a lo que las potencias querían. No es ninguna primicia, pero lo que sí es revelador es cómo esas medidas eran síntoma (caso 1) o causa (caso 3) de la caída del modelo. El caso de las industrias del desarrollismo no me animo a decir que fue perjudicial a largo plazo, pero sí que representó el tronco económico por el cual ese gobierno no se sostuvo.
Dicho esto, ¿qué cabe pensar hoy en día? No me animaría a decir en qué modelo (por lo menos tan puro como se los esquematizó) estamos en este mundo globalizado. No hasta que lea a algún groso decirlo, por lo menos, como copié todo lo que escribí hasta ahora.
Pero.. sí se lo puede encarar desde el lado de América Latina. Hasta ahora me referí exclusivamente a Argentina, cual titular vendepatria de Clarín que resalta a Brasil y denosta a Argentina. Pero lo más probable es que a nivel continental (excluyamos a los bananeros centroamericanos) se esté dando un proceso de cortar lazos de dependencia económica. Esto no es joda, es histórico y es para aprovechar la oportunidad. Y es una oportunidad porque, por lo menos a nivel nacional, si se compara la estructura económica de hoy en día con la de cada uno de los momentos citados, o hasta yo diría con prácticamente cualquier momento en nuestra historia excluyendo el primer peronismo... nunca fuimos tan independientes. ¿Mérito? ¿Contexto? ¿Un poco de los dos? El eterno debate peronista...
Gracias UBA y gracias por leer.
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