domingo, 21 de febrero de 2010

De la historia conocida... o por conocer

En el posteo de la fecha, decidí rescatar un libro que terminé hace un par de meses y me gustó muchísimo. Es un libro que ya nombré en alguna otra oportunidad, pero como el público se renueva, voy a decir nuevamente que se llama "La formación del Estado argentino", de Oscar Oszlak.

El título es bastante claro: Oszlak analiza cómo se formó el Estado a lo largo (y sobre todo en la mitad, o un poco después) del siglo XIX, los puntos clave, las figuras clave, leyes, batallas, mecanismos de represión/consenso, burocracia, "partidos", impuestos, etcétera. El libro es bastante técnico, pero leyendo 2 o 3 veces lo que sea necesario se entiende perfectamente.

Y como ¿buen? estudiante de contabilidad, la parte que a mí más me llamó la atención fue la de los impuestos. Más que nada, y acá viene lo interesante, para darnos cuenta que la historia tiene ciertas máximas ahistóricas; o si se quiere, que la historia varias veces (al menos) parece ser cíclica. Pero fundamentalmente, para entender que hay problemas que vienen de hace tantos años como el período que estudia el libro. Que a Biolcatti y sus amigotes ahora les conozcamos la cara, y no la careta, no es nada nuevo y es algo de lo que no deberíamos sorprendernos, porque en la base y los orígenes mismos del país eso se pensó de esa manera. Y lo mismo va para otros fenómenos que subsistieron estos 150 años, entre los cuales se destacan el caudillismo y la tributación bizarramente regresiva. Que esas cuestiones tan arraigadas (e igualmente perjudiciales) no se puedan erradicar es lo que nos debería dar bronca. ¿O sí se pueden? Bueno, para ahí se tendrá que ir, el asunto es que para desacostumbrarse a basuras como esta y que a uno no le parezca todo natural, hay que leer, escuchar, o de alguna manera conocer nuestra historia.

Y para ir más lejos todavía, como todo tiene que ver con todo, con el tema de la deuda, ya abordado en este blog, nos vamos a ir un poco más atrás de donde empezó el análisis en ese otro post, para destacar a Oszlak comentando que el "financiamiento extraordinario" (lo cual es una fancy way de decir "deuda") en momentos de gestación del estado sirvió como sustento único e irrevocable para defender los intereses de los estancieros y ganaderos mediante un mecanismo que les transcribo acá más abajo.

Pero no tienen por qué creerme a mí, para eso tengo al autor robado de turno, que en este caso me avalará con párrafos de su libro ciertas cuestiones de las que resumí arriba.

1) Primero lo primero: cómo se los eximía a la clase alta de aportar a los recursos ordinarios del estado, mediante la contracción de deuda.

"Debe señalarse también que en la medida en que el financiamiento extraordinario se incorporó al presupuesto como fuente regular de recursos, se hizo innecesaria una drástica modificación de la estructura tributaria que habría afectado, sin duda, a los sectores económicamente dominantes. Por el contrario, el mayor peso de la imposición se trasladó a los gravámenes sobre las importaciones -que en última instancia afectaban al consumo-, aliviando simultáneamente la tributación sobre las exportaciones, que empezó a representar una proporción decreciente dentro del cuadro de recursos fiscales.

Yo, insisto, no efectivizo (al menos no en esta oportunity) ningún juicio de valor sobre los políticos de ese entonces, sino que pongo foco en cómo persistieron esas situaciones visiblemente injustas a lo largo de la historia. Ningún estado de ningún país surgió sin empezar por concentrar el mayor volumen posible de comercio/poder en manos privadas. Por ahí esa condición es inherente, no tengo idea, pero no puede ser que subsista 150 años como modelo de país.

2) ¿Por qué digo que no juzgo a los políticos de ese entonces (al menos no todos los aparentemente responsables)? Porque Oszlak también marca una verdad interesante, de alguna manera la contrapartida del punto 1:

"Si bien apelar al financiamiento extraordinario representó el medio más eficaz para conjugar el recurrente déficit presupuestario derivado de una situación de guerra casi permanente, la posibilidad de acceder a ese tipo de recursos fue consecuencia directa del extraordinario auge de la actividad económica (promovido a su vez por la contracción de esta deuda*) y, aparente paradoja, del fuerte incremento de las rentas tributarias que acompañó este proceso. Con una economía abierta, cuyas importaciones dependían de su capacidad de exportar, cuyas rentas fiscales eran función del volumen de sus importaciones y cuyo crédito público estaba supeditado a la magnitud de sus rentas, la Argentina redescubría uno de los mecanismos fundamentales de la acumulación."

*La nota entre paréntesis es mía. Esta es una visión optimista de la concepción de la "buena deuda", quizá hasta la necesaria (no lo sé) en condiciones de formación del Estado. Complementando y más resumidamente:

"Las rentas ordinarias, como su nombre lo indica, sólo habrían bastado para llenar los gastos normales, del funcionamiento cotidiano del aparato estatal. El financiamiento extraordinario abrió nuevos rumbos, sirvió para afrontar proyectos antes no intentados, fue un instrumento de condensación del tiempo histórico."

Para sumar, Oszlak cita al ministro del interior del momento, Rawson, cuyas palabras valen citar acá también por la honestidad e inteligencia del tipo:

"Estas consideraciones han sugerido al gobierno la idea de asociar el porvenir a los gastos de este género, que son por su naturaleza reproductivos, y cuyos beneficios han de ser principalmente disfrutados en lo venidero. No es justo que el presupuesto ordinario cargue solo con tales sacrificios: al contrario, parece equitativo que los presupuestos del porvenir ayuden al presente a sobrellevar el peso de aquellos esfuerzos que se destinan principalmente para el futuro. Esta doctrina es más aplicable que en ninguna parte en pueblos nuevos como el nuestro, cuya renta es reducidísima, pero que están destinados a desenvolverse con asombrosa rapidez por medio de la acertada aplicación de sus fuerzas vivas."

El pequeño detalle que se le escapaba a Rawson era que los encargados de llevar a cabo "la acertada aplicación de sus fuerzas vivas" no siempre lo harían como él se lo imaginaba.

Como último pasaje de este punto, se puede argumentar en favor de la contracción de deuda el siguiente razonamiento que hace Oszlak. El pasaje es demasiado técnico, así que resumido dice que si el Estado quería autofinanciarse tenía que implementar un sistema tributario que cumpliera con las dos siguientes premisas:
a) que no le quitara demasiado a las manos privadas que posibilitaban el auge de la economía
b) que a su vez les quitara lo suficiente como para redistribuirlo a las clases más pobres para que, mediante el poder de compra, hicieran posible esa acumulación de capital por parte de los productores.
Ante una tributación interna "verde" y por sus escaso movimiento y magros recursos, incapaz de cumplir esas dos premisas simultáneamente, la solución de halló en el financiamiento extraordinario.

3) Como tercer punto, cito a Oszlak en un tema que siempre me dio ESPECIAL bronca: el del caudillismo. Por lo oportunista, por lo aprovechador, por lo hipócrita. En su momento se podía entender más: el aparato burocrático del virreinato del río de la plata español era pobre y era más que lógico que el ámbito de política fuera cada provincia por separado, por lo menos hasta que se formara un estado nacional. Pero hoy en día (insisto con eso) siguen existiendo esos apellidos de mierda que gobiernan por 40 mil años la misma provincia y para eso cito el siguiente y corto pasaje:

"De este modo, así como la provincia fue la creación del proceso independentista -un sustituto del Estado colonial desaparecido-, el caudillismo fue un sustituto de la democracia asociada al movimiento libertario. Fue la modalidad que asumió localmente la representación del pueblo, en un pueblo que desconocía la práctica democrática."

4) Y last but not least, varios pasajes para evidenciar el carácter conspirativamente regresivo del sistema tributario que se gestaba. De perlita, las quejas de federaciones sindicales cuando todavía eran honestas.

"En 1887, un diputado por Santa Fe consideraba excesivo el otorgamiento de primas de garantía a la producción ganadera votadas por el Senado, [...] sugiriendo límites a las ventajas propuestas para el sector ganadero en beneficio de los derechos a las importaciones y defendiendo los intereses de los consumidores. [...] "¡Pues los intereses de todos los consumidores de la República, que son los intereses del pueblo, que son los intereses democráticos, han de quedar subordinados a los intereses de un gremio especial de productores!"

"En 1890, la primera federación sindical del país elevó un petitorio al presidente de la República: [...] "El sistema fiscal, señor Presidente, creado en provecho de la clase alta..., estrangula literalmente a los miembros de la clase media y daña gravosamente a la clase proletaria, que forman los 98% de la población total del país. El obrero... se da perfectamente cuenta del por qué la ginebra que es bebida del hombre pobre, paga un derecho de 30 centavos el litro, o sea 190%, y el champán, que consumen solamente los miembros de la clase alta, no paga más que 25%...""

"De desigual e injusto calificaba Ernesto Quesada al sistema tributario, mientras que Frers (Emilio Frers, miembro en ese entonces de la comisión revisora de leyes aduaneras*) lo consideraba atentatorio del bienestar de los sectores populares. Hasta el diario La Prensa denunciaba la inconveniencia de un adicional sobre las importaciones, aduciendo que provocaría el alza de los artículos de consumo generales, el empobrecimiento de las fuerzas de la producción y la aceleración de la corriente emigratoria que no cesaba desde hacía tres años."

*Lo que está entre paréntesis es mío, este tipo escribió un montón sobre el tema y otros análisis sobre diversis problemas de la época también

"[...] No existe ningún impuesto compensador que permita aliviar la carga de las clases pobres. Estas están abrumadas por los impuestos de consumos, y por la vida cara que resulta. En la Argentina se llega al colmo de la injusticia: se tiene una imposición progresiva al revés. La carga de los impuestos es relativamente tanto más pesada cuando el individuo es más pobre y está mas cargado de familia. He ahí uno de los vicios radicales del régimen fiscal argentino; por el que la reforma es urgente"

Estas son palabras de Gastón Jeze, un jurista francés que "de pasada" en Argentina en 1923 escribía esa observación desde su más rigurosa cientificidad financiera. 1923, y la tributación argentina se fue haciendo cada vez más regresiva con los años.

Por último, la reflexión con forma de razonamiento deductivo de Oszlak:

"Si la recaudación ordinaria es el factor clave de la viabilización del Estado, y si éste es a su vez el principal garante y articulador de un sistema económico que promueve un espectacular proceso expansivo, el "progreso" pasa a depender fuertemente de la capacidad extractiva del Estado. Pero si las fuentes de esa extracción están fundamentalmente constituidas por el consumo de los sectores populares, se deduce que el "costo del progreso" es soportado crecientemente por los ingresos de dichos sectores."

Oscar: más claro echale agua.

Muchas gracias por leer y espero que haya salido bueno.

lunes, 15 de febrero de 2010

Oda a Mario Bunge

Barrrrrrrrrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?

Toda la vida quise expresar mi falta de consideración de la psicología como ciencia. Es decir, toda la vida lo quise hacer con fundamentos. Hasta entonces, el interlocutor se tenía que conformar con un "vos no entendés nada... el mundo no está preparado para que alguien como yo critique la teoría de un judío comilón". Hasta que se iluminó el monitor y apareció en mi pantalla como por arte de magia (por si pregunta el jefe) la crítica de Mario Bunge hacia el psicoanálisis y la psicoterapia. Este tipo me leyó la mente (50 años adelantado).

Así debe pasar con varios temas y uno ni enterado. Es más, por ahí Bunge de chiquito esto lo leyó de otra persona, como podría ser perfectamente el Martín Fiero. Y este, por ahí, de los vikingos. Y ellos, de Carlomagno. Y el Carlo, quién sabe, de los griegos. Los griegos de los egipcios. Y los egipcios de Bunge, que se había dado una vuelta por el 4000 a.C. con su máquina del tiempo. Así que, admitámoslo, tenía todo el derecho de arrogarse la crítica como propia. ¡¡¡3 hurras para Bunge!!! Hip-hip...

Okok, sigo laburando.