martes, 26 de octubre de 2010

El FMI - Parte 3

¡¡Revivió!! Vuelve hoy la saga que nos cuenta las desventuras de la Argentina a la hora de endeudarse en el exterior. El post del día es una parte 3 de otros dos (claro) que hablan un poco de la deuda externa, sus orígenes, protagonistas y algo de los mecanismos. Hoy contamos un poco algunas cuestiones accesorias e irregularidades, sacadas del robado de la fecha: "La nueva deuda externa explicada a todos", de Calcagno-Calgano (padre e hijo), edición de Eudeba 2006.

1. El destino de los fondos: la bicicleta financiera

El argumento principal por el que se considera inútil y perjudicial a la deuda es el destino de los fondos. De hecho, si bien la experiencia general de América Latina fue bastante mala en este campo, Brasil por ejemplo aprovechó bastante mejor los caudales de dólares que le entraron por esta vía para armarse industrialmente. Acá de industria ni hablar.
Buena parte del ingreso de dólares por deuda se usó para fugar capitales. Muy buena parte, de hecho. El libro plantea una manera de entender el concepto de "bicicleta financiera" mechado (necesariamente, como lo exige su definición) con el de los autopréstamos que conformaban la deuda.
Hablamos de la "deuda vieja", que los autores presentan desde el ´76 hasta el ´90. Es simple: el país tenía una tasa de interés bastante más alta que la del resto del mundo, por lo riesgosos que éramos. De hecho el componente de nuestra tasa de interés que se determinaba por la "tasa de devaluación esperada" era lo que Martínez de Hoz quería hacer tender a cero. La famosa tablita cambiaria de Martínez de Hoz. En criollo: decir abiertamente cuánto se iba a devaluar, para eliminar esa variable de la ecuación, bajando la tasa de interés. Como es evidente, no lo logró por ir siempre atrás de la inflación.

En ese contexto Argentina exportaba muy poco (pocos dólares entrando por esa vía), pero de alguna manera había que saciar a las fieras sedientas de verdes, conocidas en el saber consuetudinario (!!!) como especuladores. Así que el Estado obligó a las empresas públicas a endeudarse en dólares. Un comentario simple que leí en algún otro momento de nomeacuerdoquién decía que endeudarse en el exterior era tan preciado justamente no tanto por el costo del crédito, sino porque esa plata te la daban en divisas. Con los autopréstamos fue así: no se necesitaba exactamente que entrara plata, sino que la plata que entrara fuera en dólares. ¿Para qué? Bueno, así aprovechaban la tasa de interés de acá, convertían a U$S, lo depositaban en el exterior y con ese depósito como garantía, obtenían nuevos créditos de bancos extranjeros. Esos nuevos créditos los ingresaban al país como deuda externa (privada), aprovechaban la tasa de interés internacional, convertían a dólares... and so on. Con ustedes, la bicicleta financiera.

2. Entender la convertibilidad

La otra etapa de la deuda que plantean los autores es la deuda nueva: la de la década del ´90. La diferencia fundamental es que en la deuda vieja se usaron los fondos básicamente para fugar capitales y para importaciones superpoderosas no declaradas. La deuda nueva, en cambio, era para sostener un modelo entero de crecimiento. La convertibilidad sin deuda no podía vivir.

Esto era así: por el tipo de cambio fijo se volvían más favorables las importaciones, que empezaron a crecer mucho más rápido que las exportaciones y que además tocaban techo en años de alto crecimiento. Se arranca por ese déficit en la balanza comercial. Un flujo de capitales tenía que cubrirlo. Se contrae cada vez más deuda, que empieza a generar comisiones, dividendos o lo que se llama "servicios" de la deuda: básicamente los intereses del capital que pedíamos prestado. ¿Pero qué pasaba? Los intereses que se acumulaban eran tales que no había manera de pagarlos con las pocas exportaciones que teníamos, así que necesitábamos más plata que sólo podía entrar como nueva deuda/inversión extranjera directa... para cancelar intereses de deuda anterior. Ahora teníamos que cerrar dos déficit: el comercial y el de pagos. Obviamente esto tiene el límite de cuánto signifique tu deuda en tu economía, o el coeficiente deuda/PBI. En 2001 fue que ese numerito nos condenó y nos dejaron de prestar.

Vale hacer dos aclaraciones: primero que el discurso oficial era que los capitales extranjeros iban a ayudar a modernizarnos y así dar el salto tecnológico que nos permitiera algún día exportar lo suficiente para bancarnos con nuestras propias divisas. Pero eso nunca podía pasar si la deuda ya tenía destino pensado antes de contraerse y ese era tapar el bache en la balanza comercial y de capital y financiera.
Y segundo, que esa forma de "inversión" que podían tomar los capitales foráneos iban, en realidad y a lo sumo, al sector de servicios que es no transable, que no exporta. No podía funcionar nunca la estrategia oficial. Y Nótese el detallito de ser justamente estos sectores los más protegidos por reservas de mercado bastante turbias que datan desde la dictadura; de ser esos los que más plata evadieron y, los que eran estatales, ser esos los activos más rentables que se privatizaron. Todo tiene que ver con todo.

Para cerrar, una pregunta fundamental: ¿qué tenía de tan perjudicial la convertibilidad en términos de su naturaleza (además de en términos de su funcionamiento, que vimos) respecto de la deuda?

Esto es simple: en un sistema sin convertibilidad si no hay dólares suficientes para satisfacer la demanda, se puede devaluar. Esto si de hecho la flotación sucia (juego de oferta y demanda con intervención del central) no hizo ya que el mismo precio del dólar disuada de comprarlo.
Ahora, con convertibilidad ¿qué pasaba? Los déficits los financiábamos, mientras podíamos, con deuda, porque no podíamos devaluar. Pero cuando por alguna razón se cortaba el chorro (como en la crisis del Tequila) la salida era una recesión bastante dura. En cambio con devaluación permitida la recesión duraba mucho menos y se acomodaban los precios relativos bastante más rápido. El costo y la duración de estos dos tipos de crisis los explica Andrés Tavosnanska, un economista de la UBA, en un texto bastante oportunamente titulado "Del stop and go al go and crush".

Hasta acá llegamos hoy. Para otro momento, si pinta, las irregularidades jurídicas de la deuda. Hasta la próxima!

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