lunes, 20 de abril de 2009

Been there, done that (la flasheé fulero...)

Había una vez un hombre que necesitaba estar adelantado. Ésta es su historia. No importan su nombre, ni sus características físicas, antecedentes penales o si le pegaba o no a la mujer. Lo peculiar de nuestro pequeño joven era que necesitaba estar adelantado.

Si él no sentía que lo que estaba viviendo alguna vez ya lo había vivido, se sentía incómodo. Quería tener ventaja con respecto a los demás. No hablo de deja vus, sino realmente de saber siempre de qué se habla, estar un poquito más adelante que los demás y que le molestara el hecho de sentirse desconcertado. Era lo peor que le podía pasar: estar perdido.

Estaba un poco confundido consigo mismo sobre qué pensar: si su curiosidad e inquietud le llevaban lícitamente a estar siempre "un poquito más adelantado" que los demás; o si el hecho de necesitar esa situación lo ponía en una posición insegura y precavida. Tal vez ambas, no lo sabía.

Pero como en una historia no todo es descripción; se debe inventar un nudo. Así es que nuestro protagonista un día conoció a alguien más curioso que él. No sabía qué pensar. Era como verse en un espejo mejorado. Quizá no era realmente mejorado, pero así lo tenía que imaginar su retorcida mente. Tieso como el Pity luego de una línea, quiso adentrarse en el mundo de esta nueva persona. ¿Alguna vez se preguntaron qué respuesta darían a una pregunta que ustedes mismos están haciendo a otro? No siempre es lo que uno cree.

Lo que no sabía nuestro protagonista era que a esta versión mejorada suya, digamos como Super-17, tarde o temprano se le aparecería otro individuo mucho más curioso y con necesidad de estar más adelantado todavía (no se dice si realmente estaban adelantados o no, sino que se resalta la necesidad de estarlo... lo que, en el hipotético caso de que no pase, puede llevar a un estado de sumisión completa a la voluntad del destino).

Resulta que el narrador omnisciente en 3ra persona, para aliviar el placer decreciente de nuestro muchacho, decidió decírselo. Y, ¿saben qué? Efectivamente le alegró el día. Es destacable cómo a uno lo contenta que otro esté descontento. "Mal de muchos, consuelo de tontos" lo que se dice. Después no me vengan con que la concepción antropológica negativa del hombre es un error. Yo confío en Maquiavelo.

Como si eso fuera poco, además la voz superior le contó a nuestro protagonista y a su versión mejorada, que existía su creador. Para seguir con la analogía dragonbolense, algo así como el Doctor Makigero. ¿Qué debían pensar ahora? ¿Les servía todavía su soberbia? ¿Cambiaría la consideración hacia sus pares?

Acostumbrados a promesas de posts que no cumplo, no vayan a pensar que alguna vez voy a terminar esta historia. (sin mencionar, aunque claro, ahora mismo lo estoy mencionando, el final repentino y abrupto de mis posts en general).

Si a alguien, leyendo mi post, se le ocurre alguna medicación efectiva, me lo puede hacer saber. Muchas gracias.

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